¿Qué es realmente la deuda técnica? Más allá de la metáfora del dinero

¿Te has preguntado por qué un proyecto que empezó rápido ahora avanza a paso de tortuga? ¿O por qué tu equipo de desarrollo gasta más tiempo en arreglar errores que en crear nuevas funcionalidades? La respuesta podría ser la deuda técnica.

Imagina un atajo. Podrías construir un camino recto a través de un terreno complicado para llegar rápido a tu destino, pero ese camino podría ser inestable, lleno de baches y sin un plan a largo plazo. La deuda técnica es ese atajo en el desarrollo de software. Es el costo implícito de tomar decisiones rápidas que sacrifican la calidad del código, la escalabilidad o la claridad a cambio de una entrega más veloz.

La metáfora de la deuda (y por qué funciona)

La analogía con una deuda financiera es muy útil. Cuando pides un préstamo, obtienes un beneficio inmediato, pero con el tiempo, pagas intereses. Con la deuda técnica, ocurre lo mismo. Obtienes una funcionalidad entregada rápidamente, pero los “intereses” se manifiestan como un aumento de tiempo y esfuerzo para:

  • Implementar nuevas funcionalidades.
  • Arreglar bugs.
  • Entender y mantener el código.

Si esta deuda no se paga, los “intereses” pueden crecer hasta un punto en el que el proyecto se vuelve insostenible, lento y costoso de mantener.

Los dos tipos de deuda: la “buena” y la “mala”

No toda la deuda técnica es igual. Es crucial diferenciar entre dos tipos:

Deuda intencional (la “buena”)

Esta es una decisión estratégica y consciente. Ocurre cuando un equipo decide tomar un atajo para validar una idea de negocio. Por ejemplo, se podría lanzar un Producto Mínimo Viable (MVP) con código rápido, sabiendo que necesitará refactorización en el futuro, pero el riesgo está calculado. Es una apuesta por el crecimiento rápido para ganar tracción en el mercado, con la intención de “saldar la deuda” más adelante.

Deuda NO intencional (la “mala”)

Esta es la deuda que se acumula sin un plan, generalmente por descuido, falta de experiencia o la presión de plazos poco realistas. Se manifiesta como código desordenado, falta de documentación y errores frecuentes. No aporta ningún valor, solo aumenta los costos y la frustración.

En resumen, la deuda técnica es inevitable en cierto grado, pero su gestión es lo que distingue a los proyectos sostenibles de aquellos que terminan fracasando. En el próximo artículo de la serie, exploraremos las causas exactas por las que un proyecto acumula esta deuda.

Mikel Cantero

Mikel Cantero

Ingeniero de Software

Llevo más de 7 años trabajando en soluciones personalizadas para pequeñas, medianas y grandes empresas. Proponiendo soluciones tecnologicas creativas y escalables para mejorar y agilizar la operación de los negocios.